El Papa reitera su sufrimiento por las tragedias de África

El próximo septiembre, Benedicto XVI viajará a Lourdes y se encontrará con el presidente francés Sarkozy

(Antonio Pelayo– Roma) Mientras persisten aún, a ambos lados del Atlántico, las unánimemente positivas valoraciones de su visita a los Estados Unidos y a la ONU (“Ha sido el más redondo de todos los viajes que he realizado acompañando al Papa”, me ha dicho Patricia Thomas, la responsable de la oficina romana de la Associated Press Television Network), nos faltaba por escuchar de labios del protagonista sus impresiones. Las manifestó con evidente satisfacción el domingo 27 de abril en el transcurso de la plegaria del Regina Coeli ante decenas de miles de romanos y de fieles deseosos de volver a encontrar a “su” Papa.

“Doy gracias a Dios –dijo Benedicto XVI desde la ventana del Palacio Apostólico– porque ha bendecido grandemen­te esta singular experiencia mía misionera y me ha concedido ser instrumento de la esperanza de Cristo para esa Iglesia y ese país. Al mismo tiempo le doy gracias porque yo mismo he sido confirmado en la esperanza por los católicos norteamericanos: he encontrado efectivamente una gran vitalidad y la decidida voluntad de vivir y de testimoniar la fe en Cristo”.

El Santo Padre llegó un poco retrasado a su cita dominical con la multitud porque venía de celebrar en la Basílica de San Pedro la ordenación sacerdotal de 29 diáconos. De ellos, 28 provienen de la diócesis de Roma y se han preparado al sacerdocio en alguno de los diversos seminarios de la urbe; la mayoría son romanos o italianos, pero había también representantes de otras seis naciones.

El que hacía el número 29 se llama Jarijs Robert Sayd, tiene 35 años, es iraquí y pertenece al clero del Patriarcado de Babilonia de los Caldeos. Asistieron emocionados a la ceremonia sus padres, sus hermanas –una de ellas, religiosa– y, en representación del patriarca Emmanuel III Delly, su obispo auxiliar, monseñor Shlemon Warduni, y el procurador en la Ciudad Eterna de la Iglesia caldea, monseñor Philip Najim. “El Papa –declaró este último– no deja de pensar en Irak, y después de la muerte de monseñor Paulos Faraj Rahho, obispo de Mosul, ha querido tener este gesto con nuestra Iglesia, que es más prisionera que libre en un país del que huyen todos los que pueden, especialmente los cristianos”.

Anunciar la alegría

Pero no es sólo Irak el país que hace sangrar el corazón del Pontífice, que, como le recordó al presidente Bush durante su encuentro en la Casa Blanca el 16 de abril, sufre lo indecible por las dramáticas condiciones del continente africano. “Las noticias que llegan de algunos países africanos –dijo el domingo– continúan siendo motivo de profundo sufrimiento y de viva preocupación. ¡Os pido que no olvidéis estos trágicos acontecimientos y a los hermanos y hermanas que se ven envueltos en ellos! Os pido que recéis por ellos y os hagáis su voz”. Joseph Ratzinger enumeró a continuación los casos de Somalia, “cuya población –dijo– lleva años oprimida por el peso de la brutalidad y de la miseria”; de la “tragedia sin fin” de la región de Darfur, en Sudán, y de Burundi “frente al riesgo de una nueva guerra civil”.

A los neo-presbíteros, el Papa les recordó que “vuestra misión es llevar el Evangelio a todos para que todos experimenten la alegría de Cristo y haya alegría en todas las ciudades. ¿Puede ­haber algo más hermoso que esto? Anunciar y dar testimonio de la alegría: éste es el núcleo de vuestra misión, queridos diáconos que dentro de poco os convertiréis en sacerdotes”.

Volviendo al tema de los viajes internacionales de Benedicto XVI, está ya confirmada su visita a Sydney el próximo mes de julio, para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (durante la cual, por cierto, se hará público que Madrid acogerá este gran acontecimiento eclesial en el 2010). Además, acaban de conocerse las fechas y los detalles del viaje que realizará a Francia, del viernes 12 de septiembre al lunes 15. La Sala de Prensa de la Santa Sede no ha hecho aún el anuncio, pero de ello se ha encargado la corresponsal en Roma del diario francés La Croix, Isabelle de Gaulmyn.

Según nuestra colega –que no ha sido desmentida por nadie–, Benedicto XVI aterrizaría en el aeropuerto de Orly de la capital francesa el viernes por la mañana, y, después de una breve ceremonia, se dirigiría al Palacio del Elíseo para devolver al presidente Nicolas Sarkozy la visita que éste hizo al Vaticano el pasado mes de diciembre. A continuación, en la Nunciatura recibiría a una representación de la comunidad judía francesa. Por la tarde está previsto un encuentro con 800 representantes de la vida cultural y universitaria –entre ellos, los miembros de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la que Ratzinger es miembro–, al que seguiría la celebración de las Vísperas en Notre-Dame y una alocución a los jóvenes delante de la catedral.

El sábado por la mañana tendría lugar una misa al aire libre –probablemente, en la gran explanada situada delante de los Inválidos– y por la tarde el Papa llegaría a Lourdes para presidir las ceremonias del 150º aniversario de las apariciones de la Virgen a santa Bernardette Soubirous. El domingo por la mañana concelebrará la misa con todos los obispos de Francia en la gruta de Masabielle, y por la tarde mantendrá con ellos una “reunión de trabajo pedida por Roma”, afirma la corresponsal, que evidentemente ha tenido fuentes de primera mano. El lunes, después de una misa especialmente dedicada a los enfermos, el Papa regresará a Roma. De este programa y de los temas ligados a la visita hablaron el Papa y el arzobispo de París, cardenal André Vingt-Trois, recibido en audiencia el viernes 25 de abril. El sucesor del cardenal Lustiger en la archidiócesis parisina llevó un mensaje del Santo Padre a los jóvenes reunidos en Lourdes del 22 al 27 de abril para conmemorar el centenario del ‘Frat’, la peregrinación que desde hace un siglo ha llevado al santuario a centenares de miles de jóvenes y adolescentes.

En nuestro anterior número dedicamos amplio espacio a la muerte del cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia. Sus funerales se celebraron el 23 de abril en la Basílica vaticana, presididos por el decano del Colegio Cardenalicio, cardenal Angelo Sodano. Benedicto XVI participó sólo en la llamada liturgia exequial, en el curso de la cual destacó “el celo y la pasión” con los que trabajó estos 18 años en este dicasterio. ¿Cómo no agradecerle su valentía en la defensa de los valores no negociables de la vida humana? Todos hemos admirado su infatigable actividad”. “Para llevar a cabo –añadió– la misión que Jesús nos confía no hay que ser ni perezosos ni cobardes”.

Compartir