‘Las religiones deben proveer de esperanza a la Humanidad’

Líderes religiosos firman la ‘Declaración de Barcelona’ para rebatir la identificación entre religión y violencia

(Jordi Llisterri– Barcelona) El monasterio benedictino de Montserrat fue el anfitrión del encuentro de líderes religiosos y de entidades civiles internacionales sobre Las religiones y la construcción de la paz. Ése es el titulo del documento auspiciado por la Fundación Cultura de Paz que dirige el ex-director general de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, y que fue firmado públicamente por los asistentes al encuentro que se celebró el 10 de abril. Entre los participantes religiosos destacan el ex-presidente de Irán, Mohammad Khatami, el moderador del Consejo Mundial de las Iglesias S.S., Aram I, Catholicos de la Iglesia armenia, y el vicepresidente de la Conferencia Europea de Rabinos, René-Samuel Sirat.

Si las aguas bajan agitadas a raíz del caso de las viñetas de Mahoma o por el asesinato de cristianos en tierras de misión, que ilustran el choque de civilizaciones, otros quieren que haya paz. Así, el documento pretende “rebatir las actitudes que propagan la idea de un vínculo entre religión y violencia, extremismo e, incluso, terrorismo”. Su compromiso es “superar las ideas falsas, los estereotipos, el lenguaje tendencioso y los conceptos que difunden los medios de comunicación y a menudo reproducen los líderes irresponsables”.

En la presentación, el abad Josep Maria Soler resaltó que la oferta de acogida del monasterio responde al deseo de ser “un lugar de paz”. Recordó que su fundador, el abad Oliba –del cual se cele­bra este año el milenario–, es conocido como uno de los primeros promotores de los tratados de paz europeos.

Khatami, por su parte, defendió que hoy “la humanidad piensa en la paz más que nunca lo ha hecho” y que “si hubiéramos aprendido de lo que nos dicen los libros sagrados, nos ­habría­mos ahorrado muchos desastres”. ­Quiso explicitar su repulsa a la guerra y al terro­rismo: “Tenemos que aislar a los seño­res de la guerra”. A su vez, el ortodoxo Aram I subrayó la necesidad de “implicarse en todas las iniciativas que respeten la crea­ción de Dios y la dignidad de las personas”.

Implicación civil

El texto asume otras iniciativas interreligiosas, pero quiere aportar como novedad la implicación de la sociedad civil. Así, se han adherido representantes del Centro por la Paz y los Derechos Humanos de Oslo, el Forum Político Mundial que dirige Mijaíl Gorbachov, la Organización Islámica para la Educación, y personalidades vinculadas a la Alianza de Civilizaciones que promueve la ONU.

Mayor Zaragoza definió la Declaración como “un documento fuerte que permitirá unir instituciones y reforzar las Naciones Unidas”, y reclamó la movilización de la sociedad civil “para enderezar un mundo basado en los intereses a corto plazo”. Como ejemplo de lo que debe cambiar, indicó que el gasto mundial en armamento alcanza cada día los 3.000 millones de dólares, equiparable al presupuesto anual de la FAO.

En este sentido, la declaración lamenta “un deterioro de la gobernabilidad mundial” y apuesta por una reforma de la ONU. “Las religiones, en momentos de crisis, deben proveer de esperanza y de confianza a la humanidad” y contribuir a “acelerar la transición de la fuerza hacia la palabra, de la violencia hacia la armonía intercultural e interreligiosa, del enfrentamiento a la alianza, de una economía de guerra a una economía de desarrollo global”. Por eso se enmarca en el “respeto total” de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

SINTONÍA INTERRELIGIOSA

Los participantes llegaron el miércoles a Barcelona, donde les ofreció una recepción la Generalitat, que también mostró su apoyo. La jornada de trabajo a puerta cerrada se realizó el jueves por la mañana en el monasterio.

Al estilo de las cumbres internacionales, la intensidad del debate y las aportaciones al documento retrasaron la hora prevista para su presentación pública.

Uno de los firmantes que no pudo estar presente en la reunión fue el obispo de Urgell y co-principe de Andorra, Joan Enric Vives, que envió a un delegado personal. Su forzada ausencia provocó que en la foto no apareciera ningún prelado del país anfitrión. Los asistentes sí que estuvieron acompañados por una amplia representación de instituciones religiosas de Cataluña y de la sociedad civil. Unos 60 asistentes participaron en la comida que cerró el encuentro. Los brindis de la mesa presidencial certificaron el buen clima.

Algunos de los firmantes, como Khatami y Aram I, prolongaron su estancia en Barcelona unos días y visitaron algunas entidades e instituciones como el Parlament de Cataluña.

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