Álvaro Uribe quiere un acuerdo humanitario con las FARC

El presidente colombiano dicta un decreto que permita el canje de secuestrados por guerrilleros en prisión

(Gustavo Vélez-Bogotá) El Gobierno de Álvaro Uribe acaba de expedir un decreto que permitiría el canje de secuestrados por guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Esta decisión, comunicada a los medios tras la reunión que mantuvo el presidente con altos mandos militares, la cúpula gubernamental y la Fiscalía, se conoció horas después de que el Defensor del Pueblo, Volmar Pérez, anunciara el crítico estado de salud de Ingrid Betancourt.

Dicho decreto especifica que, para que exista el intercambio humanitario, es preciso que las FARC liberen a los secuestrados y, hechas efectivas las liberaciones, el Gobierno permitiría la suspensión condicional de penas de los guerrilleros detenidos. Sin embargo, los excarcelados deben comprometerse a no volver a delinquir para beneficiarse de los programas de reintegración a la vida civil. El Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, por su parte, añadió que no importa si los ­delitos cometidos por los guerrilleros objeto del canje son de rebelión, comunes o de lesa humanidad, y que basta con que las FARC liberen a un secuestrado para empezar el ­canje.

Todo apunta a que las noticias sobre la crítica salud de la ex candidata presidencial (ver recuadro) y el ex representante Óscar Tulio Lizcano propiciaron la iniciativa gubernamental, aunque “este mecanismo permite también amparar a los otros secuestrados en difíciles condiciones de salud y, en general, la totalidad de secuestrados que las FARC mantienen en su poder”, reconoció Restrepo.

La propuesta de Uribe fue bien recibida por el Gobierno de Francia, que siempre ha buscado una mediación para que liberen a Betancourt, y por la Federación Internacional de Comités Ingrid Betancourt, que a través de un comunicado la consideró “una buena noticia que da motivos para la esperanza”. El padre de los hijos de Ingrid, Fabrice Delloye, cree, sin embargo, que es más “un golpe de efecto que una verdadera herramienta”.

Ofrecimiento de Francia

Durante un consejo comunitario en San José del Guaviare, capital del departamento donde se presume que las FARC mantienen cautiva a la franco-colombiana, Uribe reveló que el Gobierno galo se ha mostrado dispuesto a acoger al guerrillero que se desmovilice y libere a cualquiera de los civiles, policías o militares en poder de las FARC. “Ese guerrillero –aseguró– no va para la cárcel…, le vamos a buscar el mecanismo jurídico para que pueda estar en libertad”. Y reiteró su llamamiento al Ejército a localizar a los secuestrados para emprender una acción “humanitaria” en su favor. “Quiero exhortar a la fuerza pública –añadió– a que continúe el valeroso trabajo de derrotar el terrorismo y de localizar a los secuestrados; y una vez localizados, convocar a los organismos humanitarios nacionales e internacionales para que entren allí a hacer el acuerdo de liberación”.

Entre los rehenes ‘canjeables’, además de Betancourt, se cuentan tres estadounidenses, tres políticos y decenas de militares y policías colombianos, varios de ellos con diez años de cautiverio.

También la Iglesia colombiana, por medio del presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Augusto Castro, recibió con agrado y esperanza la propuesta del Gobierno, declarando que la apoya de corazón e invitando a todos los fieles a orar para que la iniciativa tenga resultados positivos en favor de los secuestrados, sus familias y todo el pueblo colombiano.

Mientras, a finales de marzo, seguía sin hacerse pública ninguna respuesta de las FARC al ofrecimiento de Uribe.

RUMORES SOBRE BETANCOURT

Según noticias llegadas de Ecuador, Ingrid Betancourt fue vista hacia finales de febrero en un pequeño caserío de la selva escoltada por sus captores, al parecer en las inmediaciones del municipio de El Retorno, departamento del Guaviare.

Fuente periodísticas que lograron contactar a baquianos con más de 15 años en esa zona relataron que, habiendo llegado  al caserío, los guerrilleros ordenaron apagar las radios y aislaron a sus habitantes. Prohibieron incluso toda comunicación telefónica y la circulación de lanchas por el río y los caños adyacentes. Así, durante dos días, sin saber bien qué ocurría, los lugareños vivieron un clima de tensión.

La misma fuente asegura que el enfermero del mínimo hospital donde fue atendida la señora, quien padecería Hepatitis B, no ocultó su preocupación por las condiciones de Ingrid. Tras hacer lo que pudo para aliviar las dolencias de la enferma, los guerrilleros volvieron a internarse con ella en la selva.

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