Atentos al dolor del hermano y dispuestos a la llamada

Jóvenes de Málaga comparten la Semana Santa en el ‘Campo de Trabajo Lázaro’

(Encarni Llamas) Entre las iniciativas que han ido surgiendo en la diócesis de Málaga para plantear a los jóvenes claramente qué es la vocación, está el Campo de Trabajo Lázaro. Los responsables de pastoral vocacional y juvenil, el Seminario y Cáritas lo pusieron en marcha en el curso 2001-2002 para ayudar a los jóvenes (16-27 años) a que escuchen, profundicen o descubran su vocación y sigan a Jesucristo, que les habla a través de los pobres, y que a la vez vivan la experiencia de comunión entre las distintas áreas de la pastoral de la Iglesia.

El principal objetivo, de hecho, es lograr que el joven se acerque al mundo de la marginación, que lo conozca, que le duela el dolor del hermano, y, desde ahí, deje al Señor Jesús que le hable, le interpele y le anime a seguirlo.Cada año se celebran dos encuentros: uno en Navidad y otro en Semana Santa. Del 15 al 17 de marzo tiene lugar el 16º. En él, los jóvenes se introducen en la celebración del Misterio Pascual acercándose al Misterio de la Cruz de Jesucristo hoy día. Para ello, los voluntarios de Cáritas les presentan personas y proyectos para que los jóvenes puedan entrar en contacto con el mundo de la pobreza. Según el coordinador de esta experiencia, Javier Guerrero, rector del Seminario Menor, “desde el Evangelio tenemos razones sobradas para pensar que a aquél que se acerque con una actitud de apertura a la realidad sufriente del hermano, Dios le va a hablar. Ése es nuestro deseo y con ese fin echamos a andar el Campo de Trabajo Lázaro en la Navidad de 2001”.

 

Asistencia y reflexión

En la pasada Navidad, los jóvenes desarrollaron varias actividades en la casa de acogida para enfermos de sida ‘Colichet’, la residencia de ancianos ‘Buen Samaritano’, la Institución Benéfica ‘Cottolengo’, la residencia de ancianos de las Hermanitas de los Pobres, el centro psiquiátrico de las Hermanas Hospitalarias y el centro de recuperación de toxicómanos ‘Proyecto Hombre’. Por las mañanas visitan los centros asistenciales y por las tardes vuelven al Seminario para reflexionar juntos y compartir testimonios y largos ratos de oración. Después de compartir todas estas experiencias durante los tres días del encuentro, volverán a sus respectivas parroquias para vivir con sus comunidades la semana grande de los cristianos, la de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.

Ésta y otras iniciativas vocacionales diocesanas pretenden dejar claro a los jóvenes que la vocación no es un sentimiento, ni un refugio para el que tiene miedo en la vida, ni una carrera como otra cualquiera, ni una llamada en el móvil que te asegura cuál es tu futuro. La vocación es un misterio de amor entre Dios, que llama, y una persona que le responde libremente y por amor, es una llamada a una misión en la tierra, es la decisión de un joven que quiere dedicar su vida a ayudar a sus hermanos, una invitación de Dios a la felicidad; por eso sería un error pensar que Dios pueda proponernos algo que no nos haga felices.

En este contexto nació el ‘Campo de Trabajo Lázaro’, que recibe su nombre de la parábola del Evangelio en la que un pobre llamado Lázaro se encuentra sentado a las puertas de un rico hombre esperando algo de comer.

Isabel Téllez, una joven de 19 años de la localidad de Cortes de la Frontera, cuenta que lo que más le llenó fue la visita al complejo de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón: “En este Centro se encuentran enfermos mentales con los cuales pasamos dos días de las pasadas Navidades y que nos enseñaron a descubrir a Dios desde su enfermedad. En cada mirada, cada canto, cada baile, cada beso, cada apretón de manos… ahí estaba realmente Dios, haciéndose presente ante nuestros ojos, tantas veces ciegos. Éstos han sido nuestros ángeles, personas que nos han mostrado el camino hacia Dios y nos lo han hecho presente”. “Otra de las cosas que nos ha unido a este psiquiátrico –sigue Isabel– ha sido el poder compartir lo más importante para nosotros: la fe, desde la oración conjunta y a través del testimonio de cada uno de los del grupo. Todo esto que vivimos desde la realidad de la cruda pobreza lo llevamos por la tarde a la oración individual y comunitaria y a la formación”. Lo que se esconde en el fondo de todo esto, según Isabel, es una profunda pregunta: “¿Padre, qué quieres de mí? ¿Cómo puedo entregar mi vida? ¿Cómo ayudar a que la sociedad sea un poquito más justa? Todo esto tiene su respuesta en la oración, vivir en comunidad, y ayudar a los más desfavorecidos, que pueden ser aquéllos a quienes tienes al lado”.

El pasado mes de diciembre, Francisco Javier Cerezo pensaba pasar una Navidad distinta a la de otros años: “Planeaba disfrutar de una fiesta extraordinaria y que no pasara de largo por mi vida. Esperaba vivir unas vacaciones más, dedicado a la oración contemplativa, sin mucha acción. Puede interpretarse como un planteamiento egoísta, sin embargo, mi intención era dedicar a Dios una muy buena parte de mis días de recreo en la oración. Por esta razón, ir al ‘Campo de Trabajo Lázaro’ no significaba para mí un motivo de ilusión especial. Fui, como podría haber ido a otro evento”. Y con esa actitud se presentó en el Seminario el 26 de diciembre.

Encarnación reveladora

“Al principio –recuerda este joven estudiante de 2º de Bachillerato– sentí la alegría de volver a ver a personas con las que había compartido experiencias anteriores. Pero no tardó Dios en actuar”. El gusanillo de la ilusión le comenzó a picar aquella misma noche y, aunque vacilaba, le sirvió de precedente para lo que iba a pasar. “Pude comprobar en mis carnes lo que en distinta medida siempre he escuchado y lo que el equipo de Cáritas Diocesana procura transmitir en cada charla que nos ofrece: contemplar a Dios en su misterio de la Encarnación en el hermano pobre y tratarlo como trataría al mismo Niño Jesús. Éste ha sido mi gran descubrimiento, o más bien, ésta ha sido la gran gracia que he recibido. Una vez más, el Señor ha superado con creces el amor que yo esperaba recibir de Él, y lo hace, como ya me tiene acostumbrado, sorprendiéndome”.

Al principio, María Grana tampoco estaba muy decidida a participar en el Campo de Trabajo, pues son muchas las ofertas que se hace a los jóvenes en el tiempo de Navidad y en la Semana Santa. Pero al final “decidí dejar a un lado las compras y encargos y me dispuse a vivir el Campo de Trabajo como una oportunidad de compartir y reflexionar”. “Cuando llegué, lo primero que me sorprendió es que 67 personas habían tenido la idea de abandonar sus pueblos, familias y amigos, de dejar aparcada la Play Station y la televisión, de ignorar los escaparates de las tiendas… y venir aquí para vivir unos días diferentes”, asegura María.

Eso es lo que se han encontrado los cientos de jóvenes que han participado ya en esta experiencia vocacional. Han experimentado que hablar de vocación no es hablar de cosas de curas y monjas, sino que todos los bautizados necesitamos buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas porque ahí está la felicidad.

Desde el Sábado de Pasión al Lunes Santo, un grupo numeroso de jóvenes malagueños suben al Seminario, corazón de la diócesis, para ponerse a la escucha de la voluntad de Dios en sus vidas a través de los más pobres.

Otras experiencias hacia ese camino de felicidades

El Campo de Trabajo Lázaro no es la única experiencia vocacional que se ha puesto en marcha en la diócesis de Málaga. Desde hace años se trabaja para hacer caer a los jóvenes en la cuenta de que todos estamos llamados en la vida a algo esencial: ser felices y hacer felices a los demás, y en segundo lugar, ver cómo podemos cada uno de nosotros encontrar ese camino de felicidades y cómo seguirlo.

Es conocida, por ejemplo, la experiencia Monte Horeb, para jóvenes de 18 a 27 años, una iniciativa diocesana que tiene 13 años y que se desarrolla durante todo un año, con convivencias mensuales, en las que se presentan a los jóvenes las distintas vocaciones de la Iglesia y se les ayuda a reflexionar sobre qué quiere Dios de ellos y cómo pueden servir mejor a los demás. La mayor parte de las reflexiones de estas convivencias, en las que ya han participado más de 600 jóvenes, son impartidas por el obispo Antonio Dorado, quien ha mostrado una sensibilidad especial por las experiencias vocacionales.

Chicos y chicas cuentan también con las experiencias del Seminario Menor y de Sicar, en las que comienza a hablárseles de la vocación desde los 12 años. Y disfrutan con un encuentro de monaguillos y monaguillas que se lleva celebrando tres años.

Para más información: www.diocesismalaga.es/vocacional

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