Montilla valora la aportación del cristianismo en Cataluña

El presidente de la Generalitat participa en el acto del 40º aniversario de la Facultad de Teología de Cataluña

(Jordi Llisterri-Barcelona) La sociedad catalana es permeable a muchas cosas: ¿por qué no lo puede ser a una teología católica abierta y cordial, rigurosa y dialogante, en plena comunión de fe, pero a la vez llena de amor hacia el mundo que la rodea?”. Esta pregunta retórica del cardenal Lluís Martínez Sistach puede resumir lo que ha pretendido durante 40 años la Facultad de Teología de Cataluña. Lo dijo en la intervención de clausura del acto institucional de aniversario de la máxima institución docente de las diez diócesis de Cataluña, celebrado el pasado 25 de febrero en Barcelona.

La conmemoración académica fue, sobre todo, un acto de complicidad institucional certificada por la presencia del presidente de la Generalitat, José Montilla –a quien acompañaba su consejero de Cultura–, del nuncio Manuel Monteiro de Castro, y de casi todos los obispos catalanes. El cardenal Martínez Sistach pidió que esta institución “mantenga un serio diálogo intelectual con la cultura” y “la colaboración leal entre teólogos y obispos”, quienes confían a esta Facultad la formación de la mayoría de los seminaristas catalanes.

La aportación académica del acto la realizó el teólogo italiano Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto y miembro de la Comisión Teológica Internacional. Forte planteó tres grandes retos para la teología en la aldea global. En el Norte opulento, la gente “ya no sufre la falta de Dios; la enfermedad mortal es la indiferencia, la pérdida del gusto por buscar las razones últimas”, y se debe responder a la necesidad de encontrar “el amor a alguna cosa para la cual merezca la pena vivir”. Desde del Sur pobre, la teología no puede olvidar “el reverso de la historia” y debe tener en cuenta a “los vencidos, a los que no tienen futuro, a los humillados y oprimidos”. Y mirando a Oriente, según Forte, la teología debe confesar la singularidad de Cristo, pero tiene “un campo de búsqueda siempre abierto y no poco problemático”.

En la intervención del presidente de la Generalitat, Montilla temperó el clima electoral vivido en las últimas semanas, destacando el reconocimiento a la aportación de la Iglesia católica a “la sociedad catalana, que tiene unas claras raíces particulares en la tradición cristiana”. “Unas raíces forjadas y una tradición recibida a través de la presencia de la Iglesia”, añadió el president, quien también afirmó que con la Iglesia comparte “la necesidad de trabajar juntos por la cohesión social”, y que “es positivo que las religiones puedan transmitir a la sociedad unos valores compartidos que nos ayuden a convivir”.

Contribución decisiva

Montilla, que aseguró que la Facultad de Teología “ha contribuido de una manera decisiva a la formación de una cultura religiosa universitaria de Cataluña, realizando un notable servicio al país”, quiso aprovechar ese acto conmemorativo para también “rememorar la aportación valiosa que el pensamiento cristiano ha hecho, durante siglos, a la cultura de nuestro país”. “La cultura cristiana”, prosiguió, “está presente en la sociedad catalana”, por lo que “reconocer estas raíces, lejos de hacernos prisioneros de nada, permite mirar al futuro con esperanza”.

El nuncio Manuel Monteiro se sumó a la celebración reconociendo la “gran vitalidad” y el prestigio de la institución académica, y, citando a Benedicto XVI, recordó que “las ciencias que atañen al hombre, no pueden prescindir de la referencia a Dios”.

 

QUE LA ENSEÑANZA DE LA TEOLOGÍA VUELVA A LAS UNIVERSIDADES

La Facultad de Teología de Cataluña llega a los 40 años con 2.000 alumnos en su sede central en Barcelona y en los Institutos Superiores que tutela en Girona, Lleida, Tarragona, Vic y Mallorca. La mayoría de los sacerdotes de Cataluña y los religiosos y laicos con estudios de Teología se han formado en la aulas de este centro académico. El actual decano de la Facultad, el teólogo Armand Puig, la definió en su intervención como un “fruto inmediato del Vaticano II”. Asimismo, insistió el decano en el reto del diálogo con el mundo académico para reclamar que “la teología vuelva a entrar en la universidad”. Para ello, Armand Puig pidió un reconocimiento oficial similar al que tienen la facultades de Teología en otros países europeos.

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