La Iglesia que encontrará el cardenal Bertone

(P. Enrique Rodríguez Gutiérrez– Vicario Pastoral de la Arquidiócesis de Camagüey) La Iglesia cubana celebra los diez años de la visita de Juan Pablo II. Todos los que fueron testigos de ella, de cerca o de lejos, como creyentes o como ateos, coinciden en la repercusión histórica del encuentro del Papa polaco con el pueblo de Cuba y, especialmente, con su Iglesia. Benedicto XVI ha enviado a su secretario de Estado, monseñor Tarcisio Bertone, para unirse a la conmemoración de este acontecimiento tan relevante para la historia de Cuba y para la vida de la Iglesia católica que peregrina en la mayor de las Antillas. ¿Qué Iglesia encontrará el cardenal Bertone?

Una mirada global

En su III Plan Global de Pastoral, la Iglesia cubana se reconoce como una Iglesia catecumenal, en la que un alto porcentaje de los católicos practicantes ha iniciado, o reiniciado, su fe después de la visita del Papa en enero de 1998. Los católicos valoran, en general, la celebración de la Eucaristía como una fiesta de la fe. Ellos, junto a muchos cubanos no practicantes, le dan gran importancia a la celebración del Bautismo y a las misas para rezar por los difuntos.

La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) ha ido impulsando gradualmente una pastoral de conjunto a nivel nacional, que se expresa en una mayor coordinación de las diversas instancias pastorales y en una actividad sostenida del Departamento de Coordinación Pastoral de la COCC. El magisterio conjunto de los obispos cubanos se expresa, ordinariamente, en sus Mensajes de Navidad.

Las diócesis han hecho un gran esfuerzo en la formación. Se han creado bibliotecas y se han organizado pequeños institutos para la formación, especialmente de laicos. Prácticamente todas las diócesis cuentan con alguna publicación, y algunas con más de una, que se distribuyen en los templos.

Las comunidades cristianas son misioneras. Frutos de ese impulso por anunciar el Evangelio son las denominadas Casas de Oración y las Casas de Misión. En las primeras, se reúnen miembros practicantes de la comunidad, que en sus casas invitan también a vecinos y amigos, para reflexionar y rezar desde la Palabra de Dios. Las Casas de Misión, por su parte, han respondido a la prohibición del Estado cubano de construir templos. En ellas, situadas generalmente en los barrios periféricos o en pueblos sin templo, se reúne la comunidad, se celebran los sacramentos, se tiene la catequesis infantil y de adultos. Los laicos y los diáconos permanentes han asumido el liderazgo de la mayoría de ellas.

Otra dimensión que ha crecido significativamente en la Iglesia cubana es la de la caridad. Se encuentra organizada, principalmente, en torno a los equipos de Cáritas, que en muchas comunidades han creado comedores y pequeños dispensarios. Otros dos grupos que protagonizan la acción caritativa de la Iglesia son los visitadores de enfermos y los de la pastoral penitenciaria.

Relación Iglesia-Estado

La Iglesia, sobre todo a nivel institucional, ha percibido un lento pero progresivo mejoramiento en sus relaciones con el Estado cubano. Los encuentros de obispos y sacerdotes con representantes del Gobierno y el partido comunista para dialogar, aunque de forma coyuntural, se han hecho más frecuentes. Los obispos, en Navidad o Semana Santa, mayormente, han podido dirigirse al pueblo a través de las radios locales, con mensajes que animan a la celebración de estos acontecimientos de la fe cristiana. Las procesiones por las fiestas patronales, Semana Santa y la fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre se han convertido en algo tradicional. Han disminuido

las trabas para la entrada de misioneros extranjeros en Cuba.

Recientemente, el ministro de Exteriores de Cuba ha manifestado que “se

realiza un esfuerzo especial por parte del Gobierno para que puedan [las Iglesias] ejercer su labor cada vez con mayor plenitud y más amplias facilidades”. Y esto es necesario porque todavía hay un camino por andar en lo que se refiere a la libertad religiosa en Cuba.

La Iglesia no tiene acceso usual a los grandes medios de difusión masiva, como la televisión y la prensa escrita. La Iglesia necesita libertad para construir templos o adquirir locales para el culto en los nuevos barrios o pueblos. Cualquier persona, en cualquier lugar, sobre todo en los de régimen interno, debería tener derecho a poseer y leer la Biblia u otra literatura religiosa, a ser asistido religiosamente y a manifestar personal y grupalmente su fe, sin sufrir marginaciones o reprimendas. El Estado debe avanzar en su carácter laico y dejar a la opción personal de cada ciudadano ser creyente o ateo. No se debe promover o imponer desde el sistema educativo y desde los medios de comunicación el ateísmo y el materialismo como la única forma adecuada de interpretar y de relacionarse con la realidad, excluyendo y marginando a las demás.

Heridas y desafíos

Las heridas de la Iglesia son, en gran parte, las heridas de la sociedad cubana actual. La emigración de tantos cubanos afecta de manera significativa la misión evangelizadora de la Iglesia. Muchos de los que se van son agentes laicos cualificados, también algunos sacerdotes. Los procesos de formación quedan interrumpidos y rotas las familias. La crisis económica hace que la actividad pastoral de la Iglesia tenga que ser sostenida, en gran parte, por la ayuda de Iglesias hermanas. El divorcio y el aborto están presentes en más de la mitad de las familias cubanas y, por lo tanto, en muchos de los que hoy día se acercan o forman parte de las comunidades.

La promoción del laicado católico, consolidando su identidad cristiana y acentuando la dimensión social de su fe, es quizás el reto más urgente de la Iglesia en Cuba. También es un reto la pastoral vocacional en una Iglesia donde sólo la mitad de los sacerdotes son autóctonos, y las tres cuartas partes de las religiosas y religiosos son extranjeros. La pastoral parroquial como una pastoral más de conjunto y menos como una pastoral en torno y desde el sacerdote, un sólido proceso de iniciación cristiana de adultos, la elaboración de materiales propios para la formación en sus diversos niveles, la evangelización del mundo juvenil y la reflexión sobre la configuración y posibilidades evangelizadoras de las nuevas comunidades son desafíos que la Iglesia cubana tiene ahora por delante.

La Iglesia cubana tiene, como toda Iglesia, el permanente desafío de responder y reaccionar desde el Evangelio a los acontecimientos que la afectan como comunidad cristiana y como parte del pueblo. Tiene el desafío de vencer las tentaciones de responder confundiendo el Evangelio con el poder, la riqueza o con lo que los criterios meramente humanos valoran como lo más importante y esencial. Cuando se dio a conocer la noticia de la enfermedad del comandante Fidel Castro, muchos no comprendieron la oración de la Iglesia por su salud y restablecimiento. Ante su reciente renuncia a ser reelegido como Presidente y Comandante en Jefe, la Iglesia intentará iluminar, nuevamente desde el Evangelio, su misión en medio de este momento crucial para los destinos del pueblo.

Así las cosas, el cardenal Bertone encontrará una Iglesia que ha perdido casi todo –escuelas, hospitales, asilos, periódicos, radio, TV, propiedades, incluso los templos…–, que ha vivido casi sin sacerdotes, con pequeños grupos de fieles durante muchos años, pero que sabe, con la certeza que proporciona la esperanza en la fidelidad de Dios, que si no pierde a Jesús de Nazaret, seguirá siendo Iglesia, la Iglesia de Jesucristo. Él es su perla, su tesoro escondido. Encontrará una Iglesia que puede decir al pueblo como dijo Pedro junto a Juan a aquel paralítico: no tengo ni oro ni plata, pero lo que tengo te lo doy, a Jesús de Nazaret. Levántate y camina.

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