Jordi Pujol y Fernando Sebastián: un debate entre cristianos

(Texto: Marina de Miguel-Fotos: Luis Medina) “Una palabra comprometida en la Iglesia, dentro de la pluralidad, que supera el enfrentamiento”. Este espíritu conciliador y ánimo de tender puentes que pretende Vida Nueva estuvo muy presente en la charla-coloquio celebrada el 14 de febrero con motivo del 50º aniversario de la revista. Jordi Pujol, ex president de la Generalitat de Cataluña, y Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona-Tudela, acercaron sus miradas para esbozar una radiografía sobre La Iglesia en España, hoy, a partir de las claves apuntadas por José Lorenzo, redactor jefe del semanario. El punto de partida fue la percepción, defendida por el propio Sebastián hace unos meses, de que la Iglesia católica se siente acosada: “No nos persiguen, pero no nos quieren”.

Fernando Sebastián

“La pregunta es muy corta, pero la respuesta es muy compleja”, afirmó reconociendo que, “en los últimos años, casi a lo largo de la democracia, la imagen de la Iglesia en la opinión pública se ha ido más bien deteriorando que mejorando”. Esta constatación, prosiguió, que obliga a interrogarse sobre qué esta ocurriendo, puede tener como respuesta radical que la Iglesia de Jesucristo no es de este mundo. “Esta afirmación en nuestro contexto actual puede parecer fundamentalista o un poco extraña, pero es verdad que, los que vivimos dentro de la Iglesia, sabemos muy bien que la Iglesia es la presencia de Jesús, del Espíritu Santo, en el corazón de las personas”, señaló. A su juicio, esta realidad profunda “no se percibe normalmente, ni entra en los intereses de la opinión pública ni de los medios de comunicación”, pues se ofrecen informaciones relativas a algún hecho anecdótico o a alguna actividad tangencial que entronquen con otro género de actividades de la sociedad, como la política o la economía.

Esta visión superficial se agrava con una opinión pública condicionada por ideologías, intereses y actitudes. “Está latente el poco aprecio del hombre contemporáneo en España por las realidades religiosas  y el mismo Dios, por la trascendencia del hombre, por los problemas y preguntas de la vida humana”, añadió.

Sin embargo, también ve en este aspecto un fallo de los cristianos a la hora de “saber vender bien” su vida y actividades, pues a veces se muestran cosas que no son exactas y se callan las importantes.

“Hoy en España, las personas que frecuentan y participan en la vida de la Iglesia no están muy quejosas de ella. Las quejas y acusaciones mayores provienen de gente que hace mucho tiempo que no trata ni participa directamente en la vida de la Iglesia”, resumió. A ello añadió que “en los medios de comunicación y en la vida en general no se valora suficientemente la honestidad y el esfuerzo de adaptación y servicialidad, claridad y autenti- cidad que desde hace años está haciendo la Iglesia”.

Jordi Pujol

El político catalán consideró necesario remontarse a los antecedentes, y recordó los tiempos del cardenal Tarancón, en los que “había mucha gente que no nos quería, pero la imagen pública en general era positiva”. Otro recuerdo importante, al que “no hay que dar la oportunidad de que reaparezca”, como recalcó, es el nacionalcatolicismo, “especialmente pujante durante una serie de años y además muy vinculado a la situación política de dictadura”. Frente a ello, el Concilio Vaticano II influyó en la sociedad de forma muy positiva ya que, “la opinión pública española, de una forma probablemente imprecisa, también en sectores no necesariamente creyentes o poco creyentes, vio en él una cosa nueva: la Iglesia universal, pero también española”.

Con respecto a los motivos actuales, apuntó que la Iglesia ha cometido algunos fallos, por ejemplo la Nota de la Comisión Permanente de la CEE ante las elecciones del 9 de marzo, “un error serio desde el punto de vista de la imagen”, además de “no correcto”. Al margen de este aspecto, que luego sería abordado ampliamente en otro momento del coloquio, evidenció la existencia de una “batalla ideológica, no sólo en el terreno de la Iglesia, sino también en otros terrenos, que ha sido perdida por los sectores que no son radicales de izquierda”. “España es un país donde, para entendernos, lo que sigue predominando en buena parte, en Cataluña más, es la ideología del 68”, dijo para recalcar cómo lo política y religiosamente correcto es alinearse con esta posición.

Esta situación, prosiguió, ha provocado la aparición de reacciones que tampoco ayudan: la conservadora, en la que “los documentos de la CEE ejemplifican que no se ha encontrado el punto justo”, además de “tener reminiscencias y hacer pensar en otras cosas no positivas”; y la acción de tipo progresista, la cual se percibe en un espíritu reformista que quieren llevar algunos sectores de la Iglesia, sin saber realmente a dónde. Junto a ella Pujol situó la reacción del mundo no creyente, básicamente del mundo de izquierdas, que va de “moderadamente sectaria a muy sectaria”. “En ese conjunto pesa una actitud a veces expresada con discreción ‘no nos persiguen, pero no nos quieren’, pero aparte de esta expresión, desde el punto de vista intelectual hay una voluntad de arrinconamiento”.

Como consecuencia, señaló este “soldado del ejército derrotado del cardenal Montini”, como le gusta definirse, la posición de centro está muy debilitada. “Nosotros, la Iglesia, y ellos [en alusión a los movimientos de izquierdas] deberíamos recapacitar y encontrar un punto de convivencia más fraternal pues, finalmente, estamos trabajando sobre la rea- lidad de un país que es de todos”, concluyó.

 

La Iglesia y la política

En este punto, el moderador introdujo el tema de la Nota de la Permanente ante las elecciones del 9 de marzo y la polémica suscitada sobre si la Iglesia había entrado o no en cuestiones políticas…

Fernando Sebastián

“Es evidente que ha hablado sobre asuntos políticos, lo que es una manera de entrar en política”, afirmó. Con respecto a su legitimidad para hablar de estos temas, como “sociedad religiosa y representativa de una concepción de la vida humana tiene una doctrina moral, la cual también afecta a cuestiones políticas”. Apoyó esta idea argumentando que la política y los políticos no están exentos de un juicio moral. “Un político no puede hacer lo que le venga en gana, tiene que hacer el bien y evitar el mal”, comentó para señalar que debe de tener en cuenta los criterios morales operantes en la sociedad. Entre ellos, matizó, se encuentra la moral católica.

Con respecto a la acusación de que la CEE pretende imponer la teocracia con estas notas, recordó la renuncia espontánea de la Iglesia española al estatuto de confesionalidad que tenía el Estado, “un paso voluntario del que no nos hemos arrepentido”, añadió.

La legitimidad de la Iglesia en esta actuación también se sustenta, afirmó, sobre la de los católicos, como ciudadanos españoles de pleno derecho y, por tanto, con libertad para opinar libremente sobre cualquier asunto. A su vez, quiso destacar que las instituciones eclesiales nunca han pretendido imponer la moral, para lo que hizo suyas las palabras de Juan Pablo II: “La moral no se impone, se propone”. “En la moral vigente en la sociedad, una presencia es la moral cristiana, propuesta, no impuesta. Es un debate de fondo que es necesario aclarar para que nuestra democracia sea una democracia sólida y pacífica, a la medida de la sociedad española actual y no a la medida de una sociedad idealizada o pretendida en la que no haya vigencia ni presencia ninguna del cristianismo”.

De este modo, alertó sobre la intención de algunos grupos políticos y culturales de pasar de un Estado aconfesional a uno militantemente laicista, lo que sería “una lectura deformante de la Constitución que pondría en peligro uno de los consensos fundamentales que la hicieron posible”.

Jordi Pujol

“No solamente tiene el derecho [la Iglesia], sino también el deber de defender sus puntos de vista, porque cree en ellos y considera que pueden ser de interés para la gente”, comentó recordando las manifestaciones de católicos que se hacen en Italia y Francia. Sin embargo, en su opinión, es conveniente que cualquier acción sea prudente y evite cualquier radicalismo. Ésta es la crítica que hizo a la Nota de la CEE, la falta de la finezza italiana. “A mí lo que me sobra es la referencia a ETA (artículo 8), porque esto, en primer lugar, no era necesario meterlo ahí, y, en cierto sentido, según como se plantee, pienso que no corresponde, sobre todo planteado de esta forma, porque sí se ha podido considerar como una toma diáfana”, argumentó. Y recordó que la Iglesia ha “fomentado y apadrinado” la negociación con movimientos terroristas y se mostró partidario de este diálogo para “buscar una salida”.

“Yo creo que ha habido un fallo que, además, revierte en contra de la Iglesia y de lo que pretende defender”, resumió esbozando a su vez una tarea que tienen pendiente tanto la cúpula eclesial como los políticos: mostrar, como hicieron los obispos catalanes en 1985, que España es un país de raíces cristianas.

Fernando Sebastián

“Sobre este tema se podría decir otra cosa con mucha picardía: a veces nos quieren para lo que nosotros no podemos querer”, afirmó aludiendo a la tensión suscitada por la negativa de la CEE a firmar el Pacto Antiterrorista. Ante las críticas de Jordi Pujol, Fernando Sebastián prefirió no pronunciarse sobre la oportunidad o no de ese artículo 8, pero afirmó que “la reacción del PSOE había sido desmesurada y oportunista”. “A fin de cuentas, la Conferencia lo que dice  allí es una cita literal del documento Orientaciones morales ante la situación de España publicado en 2006”. A ello añadió que quizás hubiera sido conveniente incluir el párrafo completo, donde se dice que sí es lógico que a veces convenga hablar con los terroristas para buscar la manera y permitir la disolución de la banda y de la violencia. “Lo que no se puede es conceder a una organización terrorista el rasgo de interlocutor en cuestiones políticas”, subrayó.

Sí coincidió con Pujol en que, con esta polémica, “se han ocultado otras cuestiones que la CEE dice que tienen que tener en cuenta los católicos a la hora de elaborar el juicio sobre su voto”. Esto le dio pie a indicar que “no se pide el voto para el PP”, pues esta formación no cumplió, cuando estuvo en el Gobierno, todos los requisitos que aparecen en la nota.

Jordi Pujol

“Admito el razonamiento del señor arzobispo”, dijo para luego recalcar que la nota “no es perfecta, está mal presentada, mal vendida y, además, con consecuencias negativas”.

 

 

 

Fernando Sebastián

“Si se me permite, a mí la nota me parece flojilla porque todo el texto es citado y traído de otros documentos”, confesó atribuyendo más originalidad a la nota que los obispos del Sur habían publicado unos días antes.

Jordi Pujol

“No puede uno sorprenderse de que el PSOE haya saltado, haya intentado aprovechar esta ocasión porque estamos a muy pocos días de las elecciones y se aprovecha todo”, afirmó.

 

Acuerdos Iglesia-Estado

¿Es posible la ruptura de los acuerdos entre el Estado y la Santa Sede? Con esta pregunta se cerró el debate.

Fernando Sebastián

“En la historia de la Iglesia, todo lo que podría ocurrir ya ha ocurrido en otra ocasión”. “Si se denuncian, va a perder más el Gobierno que los denuncie, porque éste no es un gesto elegante ni democrático”. “Los Acuerdos no introducen un privilegio para la Iglesia, se reducen a proteger jurídicamente los derechos de los españoles católicos”, por lo que apeló a que los políticos se olviden de la Iglesia y se preocupen más por los ciudadanos.

Acerca de la financiación, subrayó que los ingresos que recibe por vía del IRPF apenas llegan al 20% del total y que el resto lo aportan los católicos. Esa aportación, afirmó,“no es una subvención, sino la voluntad de los católicos” que deciden marcar esa casilla, por lo que precisó que la Iglesia vive “a expensas de la generosidad de los católicos”. Y exclamó: “¡Ojalá los partidos y los sindicatos fueran tan autónomos como la Iglesia Católica”.

Jordi Pujol

“Suponiendo que gane el PSOE, no creo que cumplan esta amenaza, porque en el partido hay gente sensata, no me gusta la palabra moderada, pero que sabe lo que es la realidad”, señaló. De igual modo que monseñor Sebastián, aludió a la capacidad de superación de la que ha hecho gala la Iglesia: “Tenemos que tener más confianza en nosotros mismos”, pidió.

 

 

LA INFORMACIÓN RELIGIOSA, PROTAGONISTA

(Juan M. Castelblanque) Dentro de estos actos de su 50º aniversario, Vida Nueva congregó a los periodistas Juan Pedro Valentín, Pilar Cernuda, Oriol Domingo y Fermín Bocos para debatir, en mesa redonda, en torno a ‘La información religiosa en España’, moderada por Antonio Pelayo, corresponsal de esta revista en Roma.

Pilar Cernuda fue la encargada de abrir fuego. Para la directora de Fax Press, la información religiosa tiene cada vez más protagonismo en los medios de comunicación. “No hay ahora mismo ningún periódico, radio o revista que no tenga alguna sección o suplemento dedicado a la información religiosa”, afirmó Cernuda, para quien parte de este interés se debe “a las propuestas sociales del Gobierno, que han obligado a la Iglesia a reaccionar, dándoles su apoyo o rechazándolas”.

Esta especialista en información política considera que el papel de la Iglesia ha sido instrumentalizado en los últimos tiempos, tanto por el Gobierno, como por el Partido Popular. “Creo que el Gobierno ha buscado incidir en que el PP estaba condicionado por la Iglesia, mientras que los populares tuvieron un interés evidente en apoyar las propuestas de la Conferencia Episcopal Española en un primer momento, y cuando comprobaron que este apoyo podría resultar negativo en su electorado, comenzaron a separarse”, señaló Cernuda.

Por su parte, Juan Pedro Valentín, director general del diario Público, consideró lícito que “la Iglesia se someta a la crítica política cuando ella decide entrar en el debate político”. Valentín opinó que la Iglesia “siempre ha estado cerca de la política, entendida ésta como el conjunto de normas que rigen la vida de los ciudadanos en la comunidad, al no sólo dar normas referentes a la fe, sino también a la conducta”. Para él, “la discusión se centra ahora en las disputas políticas entre la CEE y el Gobierno. Además, todo ello viene distorsionado por el papel de la COPE, en cuyos programas informativos se producen agresiones constantes y extremas a personas concretas, algo que choca con el talante y el carácter de la Iglesia, que no lo hace ni en sus púlpitos ni en sus comunicados”.

Para Fermín Bocos, profesor en la Universidad Francisco de Vitoria tras haber trabajado en diversos medios, “toda irrupción en la vida pública de la CEE tiene de entrada un marchamo de salida político, a pesar de que el 80% de las veces es estrictamente pastoral”. Para Bocos será difícil retirar la idea de que todo lo que dicen los obispos es de derechas, “cuando la realidad demuestra lo contrario; la prueba es que cuando se analizan las partidas de inversión de la Iglesia, se observa como ésta destina mucho más a asuntos sociales que muchas ONG”.

En su intervención, Oriol Domingo, responsable de información religiosa de La Vanguardia, se refirió a la Nota de los obispos, en la que “hay dos cosas que me sorprenden. Una es: así como los obispos dan criterios de cara a las elecciones del 9 de marzo, ¿por qué no hacen lo mismo respecto a sus elecciones?”. El segundo tema, apuntó, es por qué no se realiza ninguna referencia al papel a desempañar por los medios de comunicación, cosa que sí se hizo en las notas anteriores para las elecciones de 2000 y 2004. “Tal vez sea para no hablar de la COPE”, afirma Oriol, quien cree que la información religiosa está desprestigiada, algo que ejemplifica su propio caso: “Cuando La Vanguardia me propuso realizar este tipo de información, la reacción de mi entorno fue de decepción, mientras que un político me preguntó que si me habían castigado”. Sin embargo, reconoció que ahora tiene más contacto con sus lectores.

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