Carrasco Rouco asegura una colaboración leal con los políticos en el servicio del bien

La cúpula de la Iglesia arropa al nuevo obispo de Lugo en su ordenación

(Silvia Rozas-Santiago de Compostela) “Ser acogido hoy en el Colegio episcopal es participar de esta historia de comunión y de misión en el mundo, que nuestro Señor hace posible perennemente. Así decía Alfonso Carrasco Rouco el día de su ordenación episcopal en una Catedral de Lugo abarrotada por más de 2.500 personas. El pasado 9 de febrero la diócesis gallega recibía a su obispo número 101 tras la renuncia y la muerte de Monseñor José Gómez. Acompañado por el Nuncio Apostólico, 28 arzobispos y obispos españoles y el obispo de Ratisbona, el Cardenal Antonio María Rouco Varela, Arzobispo de Madrid, presidió la celebración en la que un sacerdote lucense presentó a Monseñor Carrasco entregando el mandato apostólico del Papa, que fue leído por el hasta ahora Administrador Apostólico, Gonzalo Fraga.

Los medios de comunicación esperaban impacientes el momento de la homilía creyendo que el Cardenal Rouco haría alguna referencia a la política y a las elecciones; sin embargo, el ordenante principal ofreció unas palabras totalmente pastorales y centradas en la esencia y la raíz de un obispo: como maestro y como Pastor. Siguiendo como hilo conductor la primera lectura de Jeremías, y aconsejándole a su sobrino que pusiera toda la confianza en el Señor, tuvo también palabras de recuerdo para Monseñor José Gómez “que tuvo que sufrir la cruz de la enfermedad”.En una celebración cargada de emoción, con aplausos litúrgicos y con aplausos espontáneos, Mons. Carrasco recibió el anillo, regalo de su tío el Cardenal Rouco; la mitra, regalo de su parroquia de Villalba; el pectoral, obsequio de la ACdeP, y el báculo, regalo de su diócesis Mondoñedo-Ferrol.

Entre los asistentes, no sólo estaban sacerdotes de Lugo, de Mondoñedo-Ferrol y de Madrid, sino también representantes de la facultad de San Dámaso, de la Asociación Católica de Propagandistas y del movimiento Comunión y Liberación; autoridades civiles, políticas y militares. Entre los políticos: el Conselleiro de Presidencia de la Xunta; el Alcalde de Lugo, el Presidente de la Diputación y el Subdelegado del Gobierno, entre otros. También para ellos Mons. Carrasco tuvo unas palabras: “Pueden estar seguros de nuestra colaboración leal en el servicio al mayor bien de los hombres y mujeres de nuestras tierras”. La sencillez y la humildad expresadas en esta celebración han esperanzado a los fieles lucenses que, a principios de enero, enterraban a quien fue su obispo durante 27 años.

Compartir