Adela Cortina: “Estamos en una sociedad plural en la que se tienen que oir las voces de todos”

 

(Texto: Juan Rubio; fotografías: Consuelo Chambón) Son las 10 de la mañana en Valencia, en el viejo Paseo al Mar que hoy lleva el nombre de Blasco Ibáñez. Allí, en un despacho de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, espera Adela Cortina, Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, una mujer empeñada en la defensa del pluralismo y en la tarea de proponer siempre modelos de vida llenos de ilusión. Por el ventanal entra esa luz diáfana con la que sorprende siempre la capital del Turia, ciudad en la que esta mujer, una de las voces más autorizadas del pensamiento español, estudia y trabaja; lugar desde el que habla con nitidez y optimismo.

Está rodeada de jóvenes estudiantes, algo que hace que “no envejezcas y que te mantengas siempre viva”. Adela Cortina prefiere hablar de lo que une a la gente, poner oído a la calle, a las personas normales y corrientes ocupadas y preocupadas por muchas cosas tan distintas muchas veces a nuestras diatribas. Se lamenta de la situación de crispación en la que vive nuestro país y se niega a ver el vaso medio vacío. Prefiere verlo medio lleno.

Para ella es imposible que no pueda haber un mañana y un futuro claro como el haz de luz de esta tierra abierta. Aprovecha para darnos una cita que Max Horkheimer recoge en su Teoría Crítica. Es una cita reveladora: “Si tuviera que explicar porqué Kant perseveró en la creencia en Dios, no encontraría mejor referencia que un pasaje de Víctor Hugo. Lo citaré tal como me ha quedado grabado en la memoria: una mujer anciana cruza una calle, ha educado hijos y cosechado ingratitud, ha trabajado y vive en la miseria, ha amado y se ha quedado sola. Pero su corazón está lejos del odio y presta ayuda cuando puede hacerlo. Alguien la ve seguir su camino y exclama: ‘ça doit avoir un lendemain’, ‘esto debe tener un mañana’. Porque no eran capaces de pensar que la injusticia que domina la historia fuese definitiva, Voltaire y Kant exigieron un Dios, y no para sí mismos”. Es una cita grabada en el frontispicio de este encuentro.

Relativismo

Es precisamente ese halo optimista y positivo el que aflora en cada una de las palabras de Adela Cortina, una ferviente defensora de esa sociedad plural que necesita una “ética de mínimos” para poder desarrollar cualquier proyecto de vida feliz. La fuerte convicción de que todo esto debe tener un mañana y de que las personas valen por sí mismas es la que sustenta la tarea de pensamiento de esta mujer, cristiana convencida, y militante del diálogo, la tolerancia y el pluralismo. Se echa las manos a la cabeza cuando escucha el estribillo sobre los males que afligen a España . No está de acuerdo con la acusación de “relativismo” de “algunas voces” eclesiales. “La sociedad española no es relativista. Lo que no hay en nuestro país es absolutismo. Hay pluralismo. España, hoy, es plural y eso es una grandeza y un avance importante”, señala.

Afirmación ésta de alguien que, convencida de lo que dice, lo argumenta con fuerza, garra e ilusión. “El relativismo consiste en decir que no hay criterios para distinguir el bien del mal si no es dependiendo de los contextos, mientras que pluralismo significa que hay distintas opciones de vida buena, pero unos valores universales compartidos. Me da la sensación de que quien no está dispuesto a asumir el pluralismo lo condena como si fuera relativismo”, afirma. En este sentido, ante la pregunta de si no es extraña la continua acusación de relativismo que procede de intelectuales, incluso como Benedicto XVI, comenta: “Con esas grandes palabras –’la Verdad’, ‘la Libertad’- estamos despistando a la gente. Creo que es un error. Creo que habría que corregir ese discurso. La gente respira cuando se habla del adjetivo más que del sustantivo, cuando se habla de lo concreto: afirmaciones verdaderas o falsas, opciones que dan libertad o que esclavizan. Hablemos de cosas concretas. El Papa tiene que hacer la oferta cristiana, claro que sí, pero sin absolutizar, sino ofreciendo lo propio en un mundo plural. Porque no hay tal relativismo, sino pluralismo. Hay gentes para las que el cristianismo es la gran oferta de felicidad y otros que viven otras opciones, pero desde unos valores universales compartidos. Me gustaría hablar con el Papa para decirle hasta qué punto podemos confundir a la gente con este discurso, cuando podemos decir las cosas de otra manera” confiesa.

Laicismo

De nuevo vuelve a la claridad académica. Es importante no confundir el Estado con la Sociedad. La distinción es fundamental y es muy importante aclarar los conceptos. Puede haber un Estado confesional, laico o laicista. Por lo general en el discurso se está traspasando a la Sociedad lo que es propio del Estado, que en España ni es confesional ni es laicista sino un estado “laico”, que no se compromete con ninguna religión ni la prohíbe sino que asume respaldar actuaciones determinadas que ayuden a lo bueno y lo justo. Sin embargo “Una cosa es el Estado y otra la Sociedad, que no es ni laicista ni laica ni confesional, sino plural, porque en ella hay creyentes y no creyentes que pueden expresarse y sus voces tienen que tener un lugar en la vida pública. Cuando los términos no están claros empieza la guerra de los laicistas, por un lado, y de los confesionalistas, por otro. Ni unos ni otros entienden que estamos en una sociedad plural en la que se tienen que oír las voces de todos. Mi gran obsesión desde hace tiempo viene siendo la búsqueda de una ética cívica de la razón cordial, (precisamente el título del libro con el que ganó el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2007). Es importante que nos demos cuenta de que hay muchos valores éticos universales que compartimos y que podemos compartir. El contenido de esa ética cívica no es estático, sino dinámico: si seguimos trabajando juntos, descubriremos que es más lo que nos une que lo que nos separa. Pero, por desgracia, hay profesionales de la discrepancia, gentes que no parecen disfrutar más que en la confrontación. Es desesperante porque, no sólo es falso, sino que así tampoco vamos a ningún sitio.”

Homosexualidad

En el tema de las uniones homosexuales de las que tanto se ha hablado desde que se aprobó la ley que igualaba las uniones homosexuales con el matrimonio, Adela Cortina entiende que “es una lástima que al final acabe pareciendo que los grandes temas del cristianismo son el aborto, la eutanasia, las uniones homosexuales y la investigación con células troncales, cuando, evidentemente, en el Evangelio no están ni siquiera barruntados, porque las prioridades son el amor, los pobres y los vulnerables. En lo que se refiere a las uniones homosexuales, creo que en lo que ha de insistir la Iglesia desde una posición cristiana, es en que la familia ha de ser, ante todo, un centro de afecto, cariño y compromiso; de tal manera que quienes quieran formar una familia no lo hagan para pasar el rato, sino que estén dispuestos a hacerse responsables unos de otros desde el cariño y también a estar abiertos a la sociedad. Nunca familias cerradas, siempre abiertas. Lo más habitual parece la pareja heterosexual, pues se conocen los resultados, y de las otras fórmulas no sabemos nada. No las conocemos. Pero habría que preocuparse más de que las parejas sean centros de cariño, difusoras de cariño y no insistir en si son parejas hetero o parejas homo. A fin de cuentas, cuando encontramos al otro topamos muy frecuentemente con el Misterio. Es extraño cómo nos atrevemos a poner tanta fuerza en negar determinadas cosas. Como alguien dijo en una ocasión, sería bueno que la Iglesia fuera a veces menos maestra y más madre“.

El aborto es un problema para el Estado, y no sólo para las religiones. Es un tema que hemos religiosizado. “No es un problema exclusivamente religioso, sino también problema para un Estado de Derecho, que tiene el deber de proteger la vida. Hay no creyentes para los que no está claro que se pueda interrumpir una vida en gestación, que consideran que un feto no es un excremento. Lo urgente sería prevenir para que no se llegue a esa situación en que una mujer se plantee abortar, porque eso es malo para todos, también para la mujer. Para eso existen campañas preventivas, pero, sobre todo, las series de televisión podrían hacer propaganda de otro tipo de jóvenes y de otro tipo de valores más ilusionantes”.

Pastoral Universitaria

En cuanto a la labor en la Universidad cree que “hay un verdadero bloqueo en el tema religioso. Tal vez porque los medios de comunicación dan una visión muy negativa. Lo más corriente es una abismal falta de información en las cuestiones religiosas. Y no sólo en el caso de los alumnos que vienen de colegios estatales, sino también en el caso de los que vienen de colegios religiosos. Es curioso. Todos están enfrentados discutiendo sobre si EpC sí o no, cuando lo urgente sería preguntarse qué enseñanza religiosa se está dando en los centros con ideario cristiano, qué clase de experiencia religiosa se ofrece a los chicos en ellos. Ése es el verdadero reto, concluye esta mujer creyente, testimonio de fe en el mundo universitario.

Posturas “encastilladas” en EpC

En el tema de Educación para la Ciudadanía Adela Cortina se muestra con claridad: “No creo que nadie se vaya a salvar ni a condenar por haberla cursado. A mi juicio, lo bueno hubiera sido debatir otros aspectos de la ley, que son muy discutibles, pero en este país todo se nos va en discutir cuestiones pseudoideológicas, no los problemas concretos. La verdad es que ya existía una asignatura de Ética en 4º de la ESO y tenía un buen contenido. Supongo que el Ministerio propuso EpC porque la Comisión de la Unión Europea animaba a ello, y no creo que hubiera mala fe. Ante la reacción adversa, se ha encastillado en su postura, y parece que no haya diálogo posible, cuando yo creo que el contenido del Decreto de Mínimos es aceptable para cualquier creyente. Si se pregunta por la objeción de conciencia, claro que en un país democrático debe existir y que una persona debe presentarla cuando ve transgredido un derecho fundamental. Ése es un síntoma de democracia madura, y fue el caso de los objetores de conciencia al servicio militar, por ejemplo. Pero creo que éste no es el caso en que nos encontramos. Y que, cuando se pregunta, nadie sabe explicar en concreto por qué contenidos se presenta la objeción. Creo que ha habido un empecinamiento por los dos lados, y que ha llegado un momento en que la cuestión se ha partidizado. Y cuando cosas así las toman los partidos como bandera ya quedan desenfocadas totalmente”.

¡Al agua!

Es el nombre de un cuadro de Sorolla, el pintor valenciano de la luz y el colorido. Adela Cortina lo eligió para la portada de su libro Ética de la razón cordial. Educar en la ciudadanía en el siglo XXI, obra con la que ganó el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2007. “¡Al agua!” Era la invitación de los mayores ante la inmensidad del mar. Una invitación a meterse de lleno en la vida. Los niños alegres, cogidos de la mano, se adentran en el mar, se adentran en la vida. Un toque gozoso. “¡Mar adentro!” que decía el Maestro a los discípulos en el Evangelio junto al lago de Galilea. “La alegría del día que comienza, la del mar acogedor, cargado de promesas y misterio. La alegría de entrar en la vida con el otro niño, cogidos de la mano”. Así acaba el epílogo del libro. Adela Cortina, una mujer que cuajó su cristianismo en la familia, en el colegio del Sagrado Corazón de Godella, en los años de estudio en la Universidad y junto a grandes maestros del espíritu como fue Ricardo Alberdi, un sacerdote vasco al que guarda un enorme cariño por haberle visto vivir la fe, el compromiso, la necesidad de saber para ayudar y la pasión por la persona como grandes claves del Evangelio. En torno al grupo de Iglesia Viva esta voz autorizada en el pensamiento ético español, ha cuajado su perfil creyente, en medio del mundo universitario. Adela es una de las profesoras universitarias que crean escuela, que avanzan creando un núcleo de discípulos y colaboradores. Casada con Jesús Conill, compañero con quien comparte, entre otras cosas, su proyecto de vida y su tarea investigadora, está avezada en las lides del pensamiento, cree urgente promover una Iglesia abierta y plural; una Iglesia que mire más la comunión que a la uniformidad. Su voz es un grano de arena para seguir ofertando el proyecto ilusionante del evangelio a los hombres y mujeres de hoy. “¡Al agua¡” es su invitación. Cogidos de la mano los grandes y los pequeños con una fuerza interna y con un horizonte abierto al futuro.

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